domingo, 31 de marzo de 2013

Lluvia

En la retina el paisaje y toda la escena del café en el porche de la casa ayer, poco antes de nuestra partida. Estamos sentados en un banco de espaldas a la pared, frente al jardín. Un rayo de sol ilumina la tarde y la lluvia nos ha dado un rato de tregua. Frente a nosotros brilla la hierba todavía húmeda, todo el paisaje está como encendido y se ha marchado la sombra. Vemos las tapias que rodean el jardín, todavía descubiertas, a la espera de que la primavera las vista cuando echen la hoja las enredaderas que las cubren. Los setos de boj de un verde casi metálico y los limoneros cargados de fruta contrastan con el verde oscuro de las hojas del magnolio. Al fondo, por encima del seto asoman unos naranjos que marcan en la distancia la huerta que se extiende a un lado y a otro, escondida por el seto. Desde nuestro sitio, por encima de setos, bardas y árboles vemos el monte. La casa está en un alto desde el que las vistas son innumerables y variadas, se mire hacia dónde se mire. El monte es un mosaico de verdes, sobre el que distinguimos casas, aldeas, árboles, pastos. Desde el oeste avanza una inmensa nube cargada de agua. La vemos avanzar llenando el valle y jugando con el sol, alterando el paisaje de manera caprichosa, uno diría que juguetona. Va proyectando sombras, que se retiran luego para que vuelva la luz del sol, para taparla enseguida otra vez. Es extraño pensar sentado en este porche, metido en ese paisaje entre el mar y el monte, en las quejas sobre el clima de esta zona de España. Llueve sí, pero que lluvia tan mansa estos días, como acariciadora y delicada, que cae a ratos como pidiendo permiso y que parece hecha para propiciar el juego de los paraguas, que los caminantes abren y cierran a ratos, después de alargada la mano, para decidir la opción más conveniente. Así que el paseo se adorna también con este abrir y cerrar de alas de estos grandes pájaros negros. Sólo a ratos ha caído con más fuerza, como con enfado, tal vez molesta por el paso excesivamente cansino de los paseantes a los que decide azuzar.

Es un paisaje recogido y silencioso y una naturaleza rica y feraz, que ofrece frutos sin fin, propiciados por este verdor. Las barbas de los tres que contemplamos esta tarde, espléndida hoy en su delicadeza, se han rizado con la humedad, han crecido extraordinarias, ocultando corbatas, chalecos, camisas, y están a punto de florecer. El único sombrero se ha levantado como por encanto aupado en silencio por los bucles extraordinarios como las barbas que han poblado repentinos, al paso de la nube, el cráneo antes resplandeciente y pulido de su dueño.

Uno cae a veces en la tentación de desear que la vida fuera como esta tarde, un eterno café ante ese espléndido despliegue de la naturaleza. Pero sabe que no es posible y que además, no debe ser así. Y pronto volverán los días con sus trabajos y afanes. Y es entonces cuando las cuatro líneas que se escriben son el intento modesto de asir el tiempo que corre y la belleza que es fugaz. Nos queda, a los que en este día de Pascua hemos tenido la suerte de participar en la Misa de este primer domingo del año cristiano, el saber que las cosas tienen un sentido y que no todo es en vano.

viernes, 22 de marzo de 2013

VIVA ESPAÑA

EL VIVA ESPAÑA ES UN GRITO DECADENTE

[Nota de la redacción. Nos llega este suelto del Escriba. Nunca sabrá cómo se lo agradecemos. Como estamos como estamos le hemos pedido que se anime con una pequeña glosa complementaria, que el texto lo merece, que esperamos recibir pronto]
Varela:  A tus órdenes, mi General.
Franco:  ¿Cómo estas, Valerita?  Te  llamaba por el asunto de Bilbao, pues por mi información las cosas no sucedieron exactamente  tal  como me ha informado el Ministro de la Gobernación y el Director General de Seguridad porque realmente aquello fue una cosa política … porque es que, como se produjeron los hechos de Begoña hay discrepancia ya que se trataba de un acto perfectamente lícito en sí, pero del que se quiso aprovechar cierta secta, para provocar con sus gritos subversivos y con unos carteles que llevaban que decían  “Viva España”, “Viva el Ejército”, “Viva el Rey”, “Muerte a los traidores”
Varela: Yo esos carteles no los vi, mi General
F:  Pero los carteles existían y también los gritos subversivos con intención de provocar.
V:  Yo no oí más gritos que los de “Viva España”, “Viva el ejército”, “Viva el Rey” y alguno de “Viva Franco”
F:  ¿Luego se dieron gritos subversivos para provocar?
V:  Si el grito de “Viva España” y “Viva el Rey” los consideras subversivos, si se dieron, y muchos. Pero ninguno de los dos gritos los considero subversivos … discrepo de tu opinión (con energía):  No existe ninguna prohibición legal que los condene.  Además es el grito con el que murió aquella gente y tú mismo tienes  autorizado un himno que empieza  “Por Dios, por la Patria y el Rey”.
F:  Eso es otra cosa y no tiene nada que ver con esto para que los considere subversivos.
V:  Entonces el “Viva España” es subversivo.
F: No, el  “Viva España”, no.
V:  (Rápido)  No, mi General,  pero  lo doy yo sólo siempre, porque tu has dejado de darlo.
F:  Porque doy  el  “Arriba España”, pero no existe incompatibilidad entre estos dos gritos, sólo que  él “Arriba” es un grito más dinámico, un grito que nos envidian los extranjeros, mientras que  el Viva España es un grito decadente.
V: Un grito por el que murió toda esta gente que te salvó  a ti y a España y con el que se inició este Movimiento.
F: Si, pero un grito con el que se perdieron muchos millares de kilómetros para España y nuestro Imperio.
V:  Ni tú ni yo los perdimos, sino que, por el contrario, al grito de “Vivas España” hemos hecho  cuánto hemos podido para darle gloria.
F: Si, pero los perdieron nuestros padres y nuestros abuelos
V: Pues si hay que prohibirlo ten el  valor de dar una orden y crea la figura del delito.

(Fragmento de la conversación telefónica que sostuvieron el General Franco, Jefe del Estado y el General Enrique Varela, Ministro del Ejército, el día 24 agosto 1942 en relación con los sucesos acaecidos el día 15 del mismo mes a la salida de una misa solemne en la basílica de Begoña en Bilbao; tal como se transcribe en el libro “La larga marcha hacia la monarquía” de Laureano López Rodó, Editorial Noguer 1977, páginas 503 y siguientes).
Por la transcripción:  EL  ESCRIBA

LA CATA (extracto)

Han echado a Doroteo de la cata de vinos organizada por Fidelio Lentini Spotti. Se titulaba Cata Infame de vinos caros. Tres errores:

El primero, presentarse envuelto en el aroma del más extraordinario habano recién terminado, todavía llevaba hebras de humo prendidas de la frondosa cabellera, y la anilla colocada en el anular izquierdo a manera de anillo de sigilar. Todo el grupo de sociópatas marginatas que componía el público de asistentes a la cata-sablazo de Lentini hizo un mohín maricón al percibir el olor, las mismas cotorras que en pocos minutos dirían que notaban un toque de tabaco y madera en el retrogusto. Molestaron también sus gruesos zapatos ingleses, abotinados y de fuertes cordones, pura artesanía española, con la suela reforzada por pulidos y sólidos clavos y remates de acero en la puntera. Molestaron sobre todo a un alfeñique con aspecto de resentido social que dio un gritillo de rata al notar el pisotón. Doroteo lo había hecho sin querer, pero cortó el amago de disculpa ante los aspavientos del cursi.

Segundo error: Preguntó en voz alta a una enana renegrida por el sol del esquí, con pinta de deportista frenética y de la otra acera, que porqué una extranjera se permitía pontificar con tanta pedantería sobre vinos españoles. Sin saberlo había desarmado la claque de Lentini, pues la tapona vigoréxica cataba a sueldo.

Tercer error y último, pues luego tomó la puerta con toda serenidad: Amablemente exasperado por los tonos bermellón, el olor a pasa de los Dardanelos en boca y a coulis de frutos del bosque en nariz, dijo que se percibía claramente mezclado con la acidez un toque de meao de gallina de patio de la tía Tecla, vecina de las Bardas del Portillar, y que la gallina era clueca. Se cataba el vino estrella de Lentini, don Fidelio, su proyecto personal como se dice en estos sitios, con el que pensaba dar la puntilla económica a la tropamemos y concluir la cata infame.

Al llegar a casa, tocar algunos tiestos para medir la humedad de las begonias y, cruzado el patio, habano y lagrimón de brandy.

miércoles, 20 de marzo de 2013

PEPITO MELÓN

Es verdad que Pepito Melón tiene muchísimo mérito. Ha redactado el informe que le habían pedido. Ha tardado cinco horas. También ha invertido otras siete en resolver las ecuaciones planteadas para optar al premio sustancioso que ofrece la Fundación Torpe. Está indignado porque no ha resultado premiado. Resulta que otros candidatos han redactado el informe en la mitad de tiempo y sin tachones. Además, con conclusiones acertadas y no con las melonadas sin fundamento que ha regurgitado la mente gelatinosa de Pepito Melón. Sin embargo Pepito Melón está indignado, también lo están sus padres y conocidos. Consideran una atrocidad que no se haya premiado su mérito. Las ecuaciones de Pepi estaban mal. El premiado, por el contrario, las había resuelto sin errores y en poco tiempo. Pero la parentela de Pepi Melón está indignada de que no se premie la torpeza de Pepi. En esto de premiar la capacidad plasmada en aciertos y no la torpeza están de acuerdo Hayek y, por ejemplo, el duque de Doudeauville, un viejete. Los dos coinciden en que el mérito personal es eso, personal, y no tiene por qué conllevar recompensa social, aunque si puede dar lugar a reconocimiento o admiración, pero sin derecho a retribución. Esto molesta a Pepito Melón que ha optado por buscar refugio en la universidad española, en la que vive como un señor feudal, cobrando rescates sin que por el momento píen los secuestrados. Esto disgustaría mucho a Hayek. Hayek fundamenta su teoría de manera muy sólida, remitimos a su libro Los fundamentos de la libertad. El viejo duque llegue a una conclusión parecida por otro camino:

“Le vieux duc de Doudeauville, lors du blackboulage de Paul Morand au Jockey-Club: - Heureusement que nous sommes encore quelques-uns en France pour qui les mérites personnels ne comptent pas[1]. »

En fin, la vida es así de dura, menos para Pepito Melón.


[1] Citado por Dominique de Roux en su libro La mort de l.f. Céline.

FIDELIO LENTINI SPOTTI

TIPO FÍSICO EUROPEO, IMAGEN DEL INFAME, PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX.

EXTINGUIDO

lunes, 18 de marzo de 2013

Marzo

Marzo está haciendo su jugada. Con los primeros brotes anunciando la primavera, con los lirios florecidos y prunos y almendros en flor, con las mimosas dando al aire su amarillo, frena repentinamente y nos lanza un aire helado que corre a ras de suelo, bajo la bóveda del cielo más alto, más azul y más transparente, del mejor de los inviernos. Rondamos el bar de la plaza, y al ventear toros en la tele nos decidimos a tomar un café para echar un ojo, como suele decirse. El lugar está prácticamente vacío, ni un cuarto de entrada. En pantalla, la plaza de Valencia tendrá algo más de lo mitad, en plenas Fallas y con un cartel que no es malo. Esto nos inquieta un poco. Tanto como la higiénica pulcritud del bar de la plaza. No hay humo, no se puede fumar, y de los que estamos, dos que se ve que quieren echar un caldo con el café, se lo sacan fuera, llevando ellos mismos tazas y pitillos. ¡Si Plinio levantara la cabeza! La habitual caja de Farias es difícil de encontrar, se esconde a la vista y preferimos no preguntar si contiene los productos de don Emeterio o las llaves del barete y la calderilla o el mando de la tele, o cosas peores. Esto da una idea de cómo está occidente. La monstruosa tiranía del mediocre legislador. Dice Alcides que Rajoy es un Rodríguez Zapatero con barba y que casi le da un paralís al leer la basura que le ha publicado el ABC sobre Madrid olímpico. Paradójicamente, en la plaza y por la tele si se fuman buenos cigarros habanos. Reconocemos la anilla colorada de un magnífico Partagás que sujeta con la boca un gordo de magníficos papos que resopla de placer y le vibran los carrillones como dos flanes. Y es que los toros, tan arcaicos, vienen a ser el último refugio, la última muestra de la vida española, de la vida occidental de antes de la gilipollez aguda, de ahí que estén en el punto de mira, de ahí que se les persiga con saña y de ahí que acudir a los toros de tarde en tarde sea, ahora más que nunca, un ejercicio de la libertad individual tan amenazada en la Europa de las burocracias (Doroteo al oírme esto dice que se caga en la Unión Europea, sobre todo y especialmente en su Comisión). Para seguir con la expresión, de ahí que veamos con preocupación cómo la Fiesta se apaga lentamente, por cuestiones que le son propias (en las que no entraremos ahora), por cuestiones de la sociedad en la que vivimos y por la falta de público joven (Doroteo que está con indigestión se caga en Bambi y en Disney y hay que decirle que pare cuando quería seguir haciendo de todo sobre todos los niños… Un respeto a la sacralizada infancia Doroteo, que son los que te meterán en el asilo...vuela una silla y que hay templar gaitas para que vuelva el buen humor). Total que en el bar hemos entrado Alonso Sánchez de Huelva, Juanito Fernández Oviedo, Juan Ginés Sepúlveda, Tato, Doroteo, Alcides y un servidor. Cafeses para todos y dos toros de los seis de la corrida de hoy. Merece la pena por ver en buena compañía a un arrojado y tremendista Padilla. Hay en el bar, cuando entramos, tres cabezas descubiertas, una gorrilla como de jugador de beisbol (tachada de mariconada) y una auténtica boina. Sí, una boina, una de las últimas y auténticas boinas españolas que su dueño parece llevar enroscada sobre la cabeza. Sonríe comentado la corrida, sujetando un palillo entre los dientes. Esta mañana en otro bar nos han puesto sobre la barra como una bacinilla blanca para los titos de las aceitunas, que por supuesto no hemos utilizado, han ido todos al suelo (Doroteo ha querido decir lo que iba a hacer con la bacinilla pero no le hemos dejado). No volveremos a pedir aceitunas en ese bar, o quizá las pidamos siempre hasta desengañar al dueño y que no vuelva a sacar la dichosa bacinilla.

Al salir, mientras Padilla, con su parche, daba una merecida vuelta al ruedo, nos hemos despedido con educación de la mermada concurrencia del lugar y con un punto de melancolía, como si el aire frío del invierno no fuera a amainar nunca.

jueves, 14 de marzo de 2013

ALGUNAS LECTURAS

El cepogordista ha terminado Pabellón de reposo. Es un hermoso y melancólico libro de don Camilo, el gran parlador, que el cepogordista tomó prestado de casa de sus padres y ha prometido devolver. Uno tiene gran simpatía por don Camilo, una simpatía retrospectiva por ese gran escritor y por ese hombre excesivo que no escapó a las debilidades, miserias y flaquezas de la condición humana. Pero que por otra parte supo ver, supo escribir, supo sacarle a la vida mucho de lo que la vida puede dar, para verterlo en una obra que nos regaló esencias extraordinarias. El cepogordista terminó hace poco, ayer quizá, otra novela de Baroja, al que ha frecuentado mucho ultimamente. Se trata de Las noches del Buen Retiro. Es una gran novela y Baroja sigue siendo el gran escritor, el gran narrador con un estilo propio, tan personal y peculiar, descubierto hace unos años. Hay en esta novela, como en otras de Baroja, una fascinante galería de tipos del Madrid finisecular (¡que fineza lo de utilizar la palabreja!) y una hermosa recreación de la ciudad, con el Guadarrama en su sitio, siempre ahí, como eterno. Hubo un Madrid en el que los habitantes de la glorieta de Quevedo, por ejemplo, podían tener vistas sobre el Guadarrama nevado. Hoy disfrutan de esas vistas los que conducen por la M-40 en dirección oeste-sur. Pero no es exactamente lo mismo, aunque al Guadarrama le importa poco el asunto de las perspectivas. Esas vistas que comentábamos envidiosos y casi espumeantes las tiene Jaime Thierry, protagonista de la historia. El lenguaje es el de Baroja, rico, variado, preciso, como secos puñetazos o capones precisos cuando es hiriente. El ritmo es rápido y vivo, en capítulos cortos. En ese ritmo sincopado, en esa aparente falta de estilo, en la forma que tiene de narrar, como si sólo fueran hechos sin apenas interpretaciones del autor, en esas apariencias engañosas está la belleza de la escritura de don Pío, don Pío el gruñón. El ciclo de la Selva oscura es interesante y sugestivo en su desorden y en la, a veces, brutal subjetividad de sus personajes. Con él paseamos por la España de los años veinte y treinta del siglo XX. Las Noches del Buen Retiro que forma parte de otra trilogía, la de la Juventud perdida, nos traslada un poco más atrás en el tiempo. Madrid estaba hoy espléndido al atardecer. No tenemos palabras: La sierra azul, cárdena, realzada por la orla de nieve, la helada transparencia del aire, el fulgor del último sol, un cielo inmenso multiplicado por la perspectiva sin fin de infinitas nubes gruesas y ventrudas como el cepogordista que esto escribe y que no hablará del Papa Francisco más que para dar gracias a Dios, pedir por él y rezar con él.