lunes, 22 de diciembre de 2014

NI DEBEMOS NI PODEMOS

Desde su irrupción en la escena política, la polémica en torno al movimiento-partido-alternativa PODEMOS ha generado un aluvión de noticias, críticas, comentarios y chascarrillos de toda y variada índole.

Imagino que más de un lector de éste emérito suelto cepogordista andará estragado y harto del tema. 

No es mi intención el molestar al personal aún más de lo que ya lo hacen a diario los políticos al uso y sus comentaristas de alcoba pero creo que cabe hacer algunos comentarios dirigidos a todos aquellos "desencantados" que se están planteando la posibilidad de votar a la opción revolucionaria y totalitaria que ofrece el partido liderado por Iglesias.

Qué es podemos y qué pretenden es algo que a estas alturas está muy claro para cualquier espectador de la realidad política española que se haya molestado cinco minutos en informarse.

De las fuentes ideológicas de las que bebe Podemos no creo que haya que decir mucho, también son conocidas y su falsedad y peligrosidad han sido ampliamente analizadas y comentadas en otros lugares y por personas de mayor autoridad.

Dicho ésto, el lector se preguntará de qué quiero hablar, pues muy sencillo, de la frivolidad de algunos y de la imprudencia de otros. Frivolidad e imprudencia han acompañado a los españoles en muchos acontecimientos clave de su Historia y los resultados han sido, siempre y sin excepción, nefastos para la nación y sus ciudadanos.

Entiendo perfectamente a todos aquellos que sienten repugnancia hacia los partidos convencionales que han venido detentando el poder desde la restauración democrática.

Entiendo muy bien que votar al PP, PSOE y otros es algo que no puede hacerse ni tapándose la nariz.

Dicho ésto, considero que votar a PODEMOS para darle una patada en el culo los partidos convencionales es un solemne error, un acto de irresponsabilidad intolerable.

PODEMOS tiene una base de apoyo incondicional (hasta ahora) en un conjunto de personas de su misma o aproximada ideología. Ese grupo humano está compuesto por una masa que oscila entre el millón a dos millones de votantes (que no es moco de pavo). El resto, hasta alcanzar las cifras que los profetas de la demoscopia auguran para las próximas elecciones generales, lo conforma el voto del cabreo, el voto del asco, el voto de la patada en el culo.

A ese voto es el que apelo yo. A esos votantes es a los que pido reflexión y serenidad. Votar con la entrepierna no es una buena idea. Amén de anti-higiénico y anti-estético, el gonadismo militante de algunos de nuestros conciudadanos conduce, indefectiblemente, al desastre.

El proyecto de PODEMOS es un proyecto revolucionario y totalitario. Si acceden al poder real, si "pisan alfombra" y se hacen con el mando del BOE, los "señores" de PODEMOS no tienen previsto hacer otra cosa que apoderarse de las estructuras del Estado para de manera fría y calculadora ir ejecutando sus visiones de ingeniería social, económica y revolucionaria.

Su estrategia consiste en penetrar la estructura a través de las fórmulas legales (vía electoral) y posteriormente ir actuando de forma científica y revolucionaria.

Puede pensarse que esto son "suposiciones" e "hipótesis" y que se puede correr el riesgo de darles una oportunidad para ver cómo  actúan ya que peor que lo que hay no pueden ser (recientemente he escuchado ese comentario, literalmente, de boca de un funcionario de un cuerpo superior de la Administración del Estado). 

No se dejen engañar. El caso es idéntico al de regalar a un pirómano una bidón de gasolina y una caja de cerillas y dejarlo suelto por un bosque "a ver si se contiene".

Si PODEMOS llega al poder gracias al voto del cabreo, la responsabilidad de los votantes será terrible y las consecuencias, que sufriremos todos, son fáciles de imaginar.

Conociendo el peligro, ni debemos votar el suicidio ni podemos permitirnos que un cabreo más que justificado hunda a España en una sima de la que resultaría muy difícil escapar.

Existen alternativas, la sociedad sana siempre puede hacer cosas, no debe caerse en la solución fácil de la patada en el culo y el cabreo de barra de bar. 

Quien quiera apoyar el saneamiento del sistema que lo haga y ayude a crear los cauces, darle oxígeno a una revolución no es la solución.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Después de recordar a don Camilo, apuntes alrededor de la ya famosa conferencia de la pistola.

Cambiando de tercio, o como diría un francés, pasando del gallo al burro, se habrán fijado que de política nada. Que no escribimos un artículo. Lo último fue aquello que empezaba con un violento “nos gobiernan cerdos”. Pues bien, Calvino de Liposthey ha tenido la gentileza de hacernos llegar lo que fue en su día el armazón de la famosa conferencia de la pistola. Como es lógico, se trata de una estructura un tanto seca, carente del empaque y el garbo con que la embelleció en su momento el verbo florido del conferenciante. Pero ayuda a hacerse una idea de lo que fue aquella sesión que tanto dio que hablar y permite ir poniendo los jalones para su completa reconstitución. Este es el breve texto, que sin embargo, ampliado en vivo por el Gran Bergamota, permitió alargar la conferencia hasta alcanzar la hora, cuando se produjo la gran trifulca:

          Son varias las razones para no lidiar con el asunto político: llega un momento en que no se sabe por dónde empezar; tenemos las ideas claras y no necesitamos darle muchas más vueltas a las cosas. Lo que vemos y conocemos nos causa ya poco o ningún asombro y, además, hay gente dedicada profesionalmente a seguir la política y a comentarla, que lo hace mejor que nosotros y además cobra. Nosotros tecleamos menesterosos para cuidar el píloris. ¿Pero qué dice? ¡Es usted memo! No si ya estamos faltando [al parecer este primer diálogo consigo mismo provocó las primeras murmuraciones entre el público]. Queremos decir que soltar cuatro palabrejas como éstas y fumar untuosos habanos vienen a ser dos formas de lo mismo: cuidar del píloris. ¡Otra vez! [al parecer nuevas murmuraciones del público y un se chotea que se oyó perfectamente]. Pero volviendo un poco a la cosa política, que para eso me han pedio que intervenga aquí, ante este selecto público adocenado, lo que parece, así a vuelapluma, es que Europa se resquebraja. Los que se empeñan en flagelarse todavía con los añejos conceptos de España es así o asá y este país, se equivocan y renuncian a pensar. Me atrevería a decir que representan, con su huida del pensamiento crítico, lo que antes se hubiera designado como la canalla, y temo que haya aquí, frente a mi una nutrida representación de ese tipo social [al parecer, entre el pública empieza a notarse un sordo cabreo]. Ya lo hemos dicho muchas veces. No es cuestión local, sino de civilización. Estábamos en un cruce de caminos, cargados de ansiedad –como ese calvo de mala pinta que seguro que está forrado a pastillas [al parecer el aludido se levantó murmurando y blandiendo el puño cerrado y se marchó de la sala atestada dando un portazo, dos señoras se pelearon por su sitio, interrumpiendo por un momento la conferencia]. Y después de estar un tiempo instalados en el cruce y ahora hay que mover ficha, decidirse a cruzar. Y resulta que cada uno tira para un lado con el cuerpo social en peligro de descuartizamiento. Ahora que se conmemora su estallido, hay que recordar que Europa empezó su declinar con la primera guerra mundial y sus terribles consecuencias. Quedaron afectados los cimientos del continente, abonado el terreno para su descristianización y el crecimiento de los totalitarismos que encarnaron todo aquello que ya venía gestándose: nihilismo, colectivismo, anulación del hombre individual y paradójicamente conversión del hombre abstracto en la medida de todas las cosas. Resulta paradójico que de la segunda guerra mundial surja el estado de bienestar que con todas sus aparentes ventajas y bonanzas viene a sentar las bases para una nueva tutela del cuerpo social por las superburocracias. Con diversos pretextos –el de la salud sin duda uno de los más utilizados- van volviendo por la puerta de atrás los viejos reflejos: la tutela del individuo, el estatismo, la restricción de las libertades, el control de las conciencias. El bienestar es la piedra angular con la que se justifica una exacción fiscal cada vez mayor, que coartando la iniciativa individual por falta de medios, refuerza los instrumentos de que dispone el burócrata para ejercer su control, mediante la concesión graciosa a los ciudadanos de migajas de la gran hogaza de pan que previamente les ha sustraído [los representantes locales de los partidos políticos se agitan sobre sus sillas y se perciben discretas señas, la mujer del alcalde cuasi vitalicio resopla pesadamente si se arrea en la pechera con un grueso abanico con los colores del partido]. El hombre de a pie trabaja para pagar facturas dedicando más de la mitad del año a trabajar para el todopoderoso Estado, con el fin de que éste pueda disponer de los cuantiosos recursos necesarios para poder mantener su gran tela de araña clientelar internacional. Las arañas locales se reciclan en instituciones internacionales desde las que vuelven de visita al terruño para recomendar mayor presión fiscal sobre la sociedad [los concejales se miran unos a otros como si les picara el cuerpo, la señora del alcalde pone ojos como platos cuando oye la palabra chupóptera dicha a sus espaldas]. Jamás recorta la araña burocrática su propia tela. El hombre de a pie, el que ni es parte de la burocracia ni vive de ella, trabaja y trabaja, viendo como del fruto de su trabajo le llega una parte cada vez menor, y calla para que no le den de palos, cargando además con una culpa cada vez mayor. Culpa que se le inocula por no ser travesti, homosexual –maricón como se decía antes-, negro, étnico, minoritario, divorciado, monoparental adoptante, ideólogo, progresista, abierto, dialogante, amigo del consenso, pornógrafo, ecológico, igualitario, relativista, sano, sumiso, blando, maleable, multiorgásmico, vigoréxico y capao, fit, fot, jogger y runner, trendy, y sobre todo por tener todavía cuatro o cinco creencias y alguna convicción de las que no consigue desprenderse pese a todos sus esfuerzos y a la presión brutal que soporta para ello. Así que el europeo trabajador está un poco desconcertado y también un poco cansado y claro bastante cabreado. Y lo que hace es dar un portazo, diciendo que no quiere saber nada, y con eso acaba de enterrarse, porque se aísla aún más y al hacerlo se ciega, no dándose cuenta de al menos dos cosas:

          La primera es que la superburocracia vive y se nutre del aislamiento y soledad del europeo trabajador, desagarrado por mil tensiones y tirones a los que sólo no puede enfrentarse.
          Y la segunda es que ese europeo enfadado –el que lo están, tampoco son todos, miren a la mujer del alcalde que tranquilota está- [al parecer la aludida rebrinca en la silla y se oye un Mariano di algo], decíamos que el europea enfadado acaba por no apreciar lo que tiene y por no darse cuenta de que son muchos los que están en su situación –gente infinitamente válida y honrada- que conforman en líneas generales una sociedad que merece la pena, muy distinta a la que pintan los medios. No se da cuenta que todavía hay esperanza y fuerzas. Al renegar de lo que ve, al aislarse, justificando con mil argumentos eficaces ese aislamiento como algo inevitable y necesario, renegando de la política sólo refuerza el círculo negativo de disolución de la sociedad europea cayendo en un pensamiento torpemente reaccionario y de una ingenuidad que sorprende, cuyo centro viene a ser el renegar de la política con un pesimismo de cataclismo. Que al europeo contemporáneo se le hunda el mundo porque la clase política no sea honrada demuestra que el europeo contemporáneo ha dejado de leer y ha abandonado sus estudios de historia y humanidades antes de tiempo y que no es consciente todavía –a estas alturas- del enfrentamiento ya clásico entre lo que hemos llamado superburocracia y Libertad. ¿Cómo se ha vuelto la tropa tan pardilla? ¿Cómo es posible que haya olvidado lo que es el poder, la lucha por acapararlo, la lucha por defender al individuo del abuso? Podemos relacionar esto –esta ignorancia mezclada de un servilismo agotado, un ánimo de entregarse a quien quiera decidir en su lugar- con el estado de la educación y de las universidades europeas. Y no nos sorprenderá ver que son un coto cerrado, en su mayoría, de la superburocracia. Hemos pasado en una generación, por poner un ejemplo, de don Luis Diez del Corral a Pablo “el coletas” Iglesias, como símbolos de la facultad de ciencias políticas. Es el resultado de un asalto a las instituciones y a las mentalidades por el totalitarismo vencedor de la segunda guerra mundial, mudada su fría piel soviética en acogedora y suave pelliza socialdemócrata, ante el desarme intelectual, moral y anímico de ese otro europeo, heredero de la parte más fértil de las tradiciones del continente que ha enmudecido presa de las dudas sobre sí mismo provocadas por los dos cataclismo bélicos del siglo XX. [Al parecer reina un gran silencio en la sala de conferencias].

Ese europeo al que hemos llamado europeo trabajador, en lugar de renunciar a pensar, renegando indignado de la política, en realidad debe unirse para recuperar el lugar que le corresponde en la dirección de los asuntos públicos, aupado para ello sobre lo que ha sido la parte mejor de la tradición europea – la defensa de la libertad individual, de la iniciativa y de la propiedad privadas, la libertad y la acción- que sigue viva y puede recuperarse. [Al parecer reina un gran silencio entre la audiencia].

Una precisión sobre eso que hemos llamado europeo trabajador. A estas alturas de época, el trabajo se da por supuesto en toda persona de bien. A esas personas nos referimos. Pero el trabajo como tal y por sí sólo no es por supuesto suficiente para nada. Esto es lo que parecen desconocer ciertos políticos, funcionarios en origen, que se llenan la boca de lo mucho que trabajan. Sólo faltaba que no atendieran sus obligaciones. Pero el asunto es para qué trabajar y en qué dirección, eso no lo dicen porque no lo saben, o tal vez porque lo tienen demasiado claro. Veo que reina el silencio y caras de pasmo. Incluso expresiones alucinadas. Pues está bastante claro lo que he explicado, zoquetes [al parecer este desliza logra romper el silencio y dan comienzo las invectivas, pero es ya otra parte de la historia].

DON CAMILO

La razón por la que la obra Cela ha desaparecido de la faz de la tierra es un misterio. A nosotros nos parece un gran escritor y hemos pasado momentos extraordinarios con sus cuentos, con los Apuntes carpetovetónicos, con el Viaje a la Alcarria y sus andares por Castilla la Vieja, con La colmena, con Pabellón de reposo y Mazurca para dos muertos… El bonito crimen del carabinero, El retablo de don Cristobita, y cuantas historias más. Y además, Papeles de Son Armadans. El que no sepa lo que es que busque un poco y se llevará una sorpresa. Pero parece que todo esto no cuenta, como si el personaje que construyó en vida hubiera quemado al morir la obra del escritor. ¡Qué cosas!

Nunca nos cansamos de recomendar las entrevistas de Joaquín Soler Serrano en el programa A fondo, de la TVE en blanco y negro. Son extraordinarias. Hay una con Cela que merece la pena. Se puede ver, de gratis como suele decirse, en el iutuve ese.

 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

LOS CAPAOS (como suena).

Calvino de Liposthey no cesa en su incasable recolección de las obras y hechos del eximio polígrafo que es, además de sujeto objeto de estudio, su vecino y gran amigo. En efecto, Liposthey reúne tanto material como permite la poliédrica y a veces escurridiza personalidad del gran Bergamota, es decir, verdaderamente mucho.

Se nos ha reprochado últimamente el haber desplazado el haz de luz de nuestro inquisitivo foco desde la extraordinaria y protagónica figura de Alcides Bergamota el Grande a la de otros personajes como Tato o Doroteo, para llegar incluso a la de tipos verdaderamente menores como el pobre Antimo Caponeti Moreto. Nosotros no hemos dejado de trasladar este tenue y amable reproche al paciente biógrafo, que nos surte con su paciente labor de hormiga bibliotecaria. Conviene con nosotros Calvino de Liposthey en que siempre resulta más sencillo abordar al personaje de menor relieve – de entre los que exceptúa sin duda a la Condesa de la Croqueta a Tato y a Doroteo- que pulir y trabajar el duro mármol, la fuerte piedra, a veces inatacable, en que se constituye la compleja personalidad de nuestro gran Bergamota.

En la vida, todo es hacer digresión, ¿quién quiere acabar nada? ¡Hombre Calvino!

Pues bien, Calvino de Liposthey nos anuncia la llegada de un material que considera delicado y sensible, en la medida en que puede ofender a nuestros lectores más ñoños y melindrosos. Se trata de unas breves páginas, a medio camino entre las memorias y el ensayo de interpretación social, que se refieren precisamente al querido Antimo Caponeti Moreto y a nuestro no menos querido –y compadecido- El Ameba. Llevan por peregrino título “Los capaos”.

Ya empezamos oiga usted. Hombre, que quiere, lo escrito, escrito está.

Rogamos a nuestros seguidores más ñoños y melindrosos nos indiquen si desean afrontar semejantes páginas o si prefieren darse de baja. O incluso si prefieren  que se ejerza la más férrea censura y sean omitidas. Continuará.

martes, 2 de diciembre de 2014

ACEPTACIÓN DEL ADVERSARIO

La política de aceptación del adversario. Antimo Caponeti Moreto siempre practicó esa política de aceptación del adversario porque era pequeñito y se hacía daño al apretar el puño. Nunca se sintió a gusto entre los camaradas que venían a casa, amigos de su hermano Heriberto, que por el contrario era un coloso. Los papás de Antimo Caponeti Moreto engendraban antítesis a pares. Antimo y Heriberto; Petronila y Mari Bárbola. Petronila era cursi y atroz y quería llamarse Brigitte. Mari Bárbola, sana como una manzana, recia y verdadero bastión familiar carecía de la belleza y la sensual gracia de su hermana. Aquella era capaz de calibrar y medir el efecto que causaba entre los hombres –esas sabandijas- en proporción a los centímetros de tacón de sus botines, que calzaba, más o menos altos, de caña más o menos alargada, de planta más o menos amplia, de ante o de piel, bruñida o lisa, cocodrilo o potro, según el efecto deseado. Como buena estratega en materia fina, era capaz de aplicar, cuando lo consideraba necesario, el principio de concentración de sus fuerzas de choque, preparando vertiginosos escotes que habían sido fuente de escándalos, accidentes de tráfico y le habían valido el mote de la Artillera. Antimo Caponeti Moreto, por esas cosas de la vida, por aquello de que los contrarios se atraen, Antimo Caponeti Moreto era amigo de Tato.

NICO Y FELI

Nos gobiernan cerdos. Esta es al menos la teoría granjera, muy en la línea orweliana, que sostiene Tato. Tato tiene especial manía a esa a la que designa como la de la vista baja, en un nuevo símil porcino. La imagina trotando por los pasillos de la Moncloa, por las cochiqueras de la vicepresidencia, con las orejas cerdas, el morro respingón y la vista baja, física y moralmente baja, rastrera, por los suelos. Es una caricatura de Mortadelo y Filemón. Oink, oink, un brinquito, un gruñido, oink, trota que trota con la vista baja, las carnes rosas, la cara cerda. Cuando se cabrea gruñe más fuerte y el rabito sacacorchos se le desenrosca de rabia para luego volver a su ser. España en manos de la T.I.A., el tbo hecho realidad. Oink.

-       ¿Es usted Nico?
-            Sí.
-            Nico de Nicolás, claro.
-            No, de Nicodemo, listillo.

Nicodemo Orejón Morcillo tiene un poco de mala baba, resultado de los años que lleva arrimando el hombro.

-            ¿Es usted Feli?
-            Desde luego, para lo que usted guste mandar.
-            Feli de Felipe claro.
-            Uy que va, Feli de Felisín, vamos, de Félix, que me lo puso mi padre porque así se llamaba el padre de mi abuela Antonia. Ya sabe usted lo que son las cosas de familia, muy unidos todos sabe usted, y claro aquí en el trabajo lo de Felisín pues no es caso, que queda un poco raro con estas barbas y esta panza que pesa un quintal y me vence, así que como lo de Félix a secas no hay quien lo diga o la gente no sabe, pues la Nuri fue la primera que le quitó la equis, y lo dejó en Feli, que yo mire usted, encantado, que no pongo dificultades. Y desde entonces Feli, Feli por aquí y por allá…

Se ha oído un estertor y se han llevado al interlocutor de Feli que ya agoniza. Feli es como Nico, pero con muy mala leche. Desde hace muchos años llena su jornada laboral alargando indefinidamente y a propósito las explicaciones sobre cualquier cosa. Explicaciones que han pasado de poder ser breves y concisas a hacerse, voluntariamente, interminables, confusas barrocas, jopúticas.

GALERÍA DE TIPOS FÍSICOS EXTINGUIDOS: FERDINAND BAC. La verdad que es una pena, observen el refinado bigote.

lunes, 1 de diciembre de 2014

HABANERA: LA FUMADA GOCHA

- Una de las mejores fumadas habaneras es la llamada fumada gocha, el fumador se retrepa en su grueso sillón, se echa la manta sobre las rodillas, está convenientemente calzado, con zapato abotinado normalmente –tal vez unas gruesas babuchas de oloroso cuero-, mira y remira el habanete con ojos golosones, juego con él, como el marrano con la calabaza, da unos gruñiditos y por fin, lo huele.

En ese momento quedó la audiencia como en suspenso. Algunos conocían la escena por haberla presenciado, otros habían oído hablar de ella. Tato aseguraba que podía hacerse con cualquier cigarro, pero él tenía predilección por hacerlo con uno de calibre grande, gigantesco. De una descomunal purera sacó un inmenso Lusitania, lo miró, lo calibró, lo sopeso, mientras preparaba el olfato con un esfuerzo de concentración. Se acercó el cigarro a las narices, y colocando la derecha sobre la capa de suave marrón anaranjado del gran cigarro, inhalo con intensa y gran potencia. Se inflaron sus gigantescos pulmones, se produjo un gran silencio en la sala. Las manos de Tato reposaban sobre la mesa y el cigarro seguía suspenso de su nariz, sujeto por la potencia de la inhalación. El personal, los grandes prohombres del fumeque de Nava de Goliardos, estalló en un alegre aplauso. Los preliminares habían terminado. Recuperando el habano entre dos dedos, ajustando un poco la manta sobre las rodillas, Tato lo exhibió ante la audiencia, mientras que con la otra mano enseñaba una pequeña navaja de cabrero que le había tendido Doroteo. Para la auténtica fumada gocha, el habano sólo puede abrirse con la habilidad de unos dedillos regordetes o con el acerado filo de una navaja cabrera.

Les dejamos para seguir con la clase práctica. Ji,ji.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Miscelánea cepogordista.

La gran abundancia de malas  películas, de pésimas historias, de guiones ridículos y artificiales, de horribles novelas que no valen el papel en que se imprimen, nos rodea de narraciones que tanto en la forma como en el fondo son pésimas y pueden llegar a producir, en momentos de debilidad, un poco de vergüenza ajena, e incluso un cierto asombro ante las cosas de la humanidad. Indice de libros prohibidos y hogueras son una tentación contra la que hay que mantenerse firmes, pese a las ganas. Hay que tener paciencia con los gilipollas y las historias pésimas, se lo digo yo hombre. Esta región de España que ahora atraviesa usted al trote está hecha de desordenados fragmentos, quebrada, como rota con su aire mediterráneo pero mojado por la lluvia. Cañerías, arquitecturas fragmentadas y cojitrancas, infinidad de cursos de agua, riachuelos, arroyos, regatos, correntías, siempre tapados, siempre escondidos por la maleza, por hileras de espadañas, plumeros y juncos. Es la tierra del junco y la espadaña. Sobre ese campo verdiblanco, mojado, quebrado, se oye el graznido seco del pterodáctilo. Por la noche la sucesión de casas cerradas, el perfil de dos cipreses, el crepúsculo anaranjado, casi enteramente comido por la oscuridad evocan un mundo pequeño y seco, de boina calada y cigarrillo liado que se fuma en un silencio de sepulcro, con los dientes apretados. ¿Pero qué me dice? ¿Significa entonces que no encontraremos aquí al gaucho matrero con sus espuelas de fierro, que caracolea a lomos de su petiso, sobre el recado de pieles? ¿No es esta tierra de asados, potreros y grandes trashumancias? ¿Pero cómo es posible? ¿Cómo llegué aquí? ¿Dónde está muy yegua mora, y mi silla de montar, mi cobija mis espuelas y mi soga de enlazar? ¿No se corren aquí los toros en el campo? ¿No se quiebra la embestida de la fiera con garbosa hombría? ¿No sé para de frente ni se carga la suerte? Pero oiga usted, ¿Qué ha pasado aquí?

Entre los claros y evidentes enemigos del cepogordismo se encuentra sin duda el orovivo o gusano del alambre, las rosquillas, el alacrán cebollero, el grillo tolpa y el gorgojo del tabaco. En cambio, el escarabajo pelotero, la chicharra o cigarra y el gallo lira despiertan una gran simpatía e incluso un moderado afecto entre el cepogordismo.

BERGAMOTA DIGITAL: sobremesa retocada.

-          Oiga eso es puro artificio.
-          Cállese hombre
-          Digo lo que me da la gana, sólo faltaba.
-          Pues eso.

viernes, 14 de noviembre de 2014

NO MATARÁS

Del libro sobre los programas nazis de eutanasia cuyo autor es Gotz Aly: “(…) una determinada premisa médica –a saber, la utopía de la salud absoluta y la creencia en poder eliminar o superar científicamente el sufrimiento humano- condujo a una identificación de esta ciencia con el poder nazi.” Sobre el libro no nos atrevemos a intentar una reseña, alguna hay que puede encontrarse en la red. Sí nos atrevemos en cambio a recomendar encarecidamente su lectura. Todo europeo de hoy, especialmente todos aquellos –la mayoría abrumadora- relativistas, blandos, tontibuenos, saturados de derechos, para quienes las certezas no existen y el bien y el mal dependen de puntos de vista, todos aquellos que basan su forma de pensar, razonar y sentir en el pequeño horizonte de sí mismos, en su pretendido a derecho a opinar sobre todo y a vivir sin fundamento alguno sobre los cimientos de su ignorancia sin límite, deberían asomarse a las páginas del libro.

Un poco a vuelapluma destaquemos cuatro o cinco aspectos del libro:

Las ideas que más tarde aplicaron los médicos nazis no son el fruto de esa ideología sino que van fraguando a lo largo del siglo XX. Se acuñan expresiones como vidas indignas de ser vividas, interrupción de la vida, existir sin vivir, muerte asistida, eutanasia. Algunas de estas expresiones son hoy corrientes.

La eutanasia nazi que asesinó a más de 200.000 personas, en su mayoría alemanas, de alguna manera preparó a la sociedad para la aceptación del holocausto y los campos de concentración, en la medida en que, pese a ser en gran parte un programa secreto, su existencia y las desapariciones eran conocidas y por lo tanto se estableció un clima de asentimiento tácito.

No se trató de médicos verdugos locos por un lado y de víctimas por otro. En gran medida parte de lo sucedido no sólo era conocido por la sociedad sino que contó con un consentimiento tácito de muchas familias. Por supuesto hubo también gran oposición de muchos familiares que retiraron a sus parientes (hijos, hermanos, primos, padres, etc.) de las clínicas, sobre todo en las regiones católicas de Alemania. Los católicos son el grupo social que mayor oposición presentó contra estas prácticas, hasta el punto de que las homilías del obispo de Munster y cardenal de la Iglesia Católica, Clemens August Graf von Galen, lograron poner fin a la parte oficiosa de los programas de eutanasia en 1941, cuando se habían superado los 70.000 asesinados[1]. Aunque hubo proyectos para detener al obispo y asesinarle, lo impidió el miedo a las repercusiones sociales en un año en que la campaña rusa empezaba a torcerse. Clínicas regentadas por instituciones religiosas alertaron a las familias y escondieron enfermos. Pero esta oposición no fue general y tuvo alcance limitado, si bien no deja de ser ejemplar.

Los motivos para justificar la eutanasia no fueron sólo de salud o raciales, fueron también económicos: mantener instituciones para custodiar y tratar a gente con retrasos intelectuales, patologías mentales, deformidades físicas o enfermedades (parálisis, tuberculosis, etc.) era muy caro para la sociedad, el estado, las arcas públicas. Este argumento se utiliza ya en nuestros días para justificar las políticas de salud y ha sido uno de los principales argumentos, por ejemplo, para la prohibición de fumar en lugares públicos. Conviene recordar que el régimen nazi fue un entusiasta perseguido del tabaco en todas sus formas.

Los programas de eutanasia acabaron por aplicarse a toda clase de personas y fueron puestos en práctica por toda clase de médicos y enfermeros, es decir, no únicamente por unidades especializadas. Se asesinó a personas dementes, a enfermos, a niños y a adultos, a personas mayores sin hogar, a víctimas de los bombardeos, a soldados traumatizados, etc.

Insistimos en que esto son sólo algunos aspectos del libro que nos han llamado la atención. Hay muchos otros: fundamentos teóricos, métodos de organización, testimonios, experimentación científica, asesinatos de individuos seleccionados previamente por el interés científico de sus padecimientos y por trabajar sobre el cadáver, repercusiones de todo esto sobre la Alemania contemporánea y el resto del mundo, etc.

Es necesario conocer los fundamentos teóricos para poder oponerse con solidez a crímenes como estos. Esos fundamentos se encuentran en el catolicismo.


[1] De una homilía del obispo pronunciada en 1941 y repartida impresa por toda Alemania: "¡Se trata de hombres y de mujeres, de nuestro prójimo, de nuestros hermanos y hermanas! Se trata de unos pobres seres humanos enfermos. Son improductivos, si queréis« Pero, ¿significa ello que han perdido el derecho a la vida?« Si se establece y se pone en práctica el principio según el cual se permite a los hombres matar al prójimo improductivo, entonces, caerá la desgracia sobre todos nosotros, pues llegaremos a ser viejos y seniles« Entonces, ningún hombre estará seguro, ya que cualquier comisión podrá añadirlo a la lista de personas «improductivas», que, según su opinión, se han convertido en «indignas de vivir». Y no habrá policía alguna para protegerlo, ni tribunal que pueda vengar su asesinato ni conducir a sus asesinos ante la justicia. Así pues, ¿quién podrá confiar en su médico? Él es quien decidirá quizás que ese enfermo se ha convertido en «improductivo», lo que significará su condena a muerte. No podemos ni imaginar la depravación moral y la desconfianza universal que se extenderán en el seno de la propia familia si esa terrible doctrina es tolerada, admitida y practicada. ¡Cuánta desgracia para los hombres, cuánta desgracia para el pueblo alemán si el santo mandamiento de Dios No matarás, que el Señor entregó en el Sinaí entre rayos y truenos, que Dios nuestro creador escribió en la conciencia del hombre desde el principio, si ese mandamiento no solamente es violado, sino que su violación es tolerada y ejercida impunemente!».

miércoles, 22 de octubre de 2014

EL Loco.

Los abencerrajes al oloroso seco.

-          ¿Pero qué dice?
-          Mmmmmhhhm
-          Comprendo, será extranjero: What do you say?
-          …gilipichis…

El loco de Nava corretea por las calles con la minga fuera. Ha aprovechado el veranillo otoñal que precede a lo que sin duda será una repentina llegada del invierno, como todos los años, para quedarse en cueros. También se dice, se decía, porque ya no se usa, en cueros vivos. Y en nuestro Méjico lindo y querido, en purititos cueros vivos. Y el loco de Nava corretea, pega brinquitos y grita ¡híjole! Dicen que si la mamá del loco de Nava tenía que ver con Méjico, que si con Puebla de los Ángeles. Vaya usted a saber. El loco fastidia algunas siestas, abusando de la paciencia de las gentes de Nava que toleran su presencia en la villa y no han querido promover su encierro. Nava es lugar antiguo y de profundas filosofías, como pueda serlo, por ejemplo, Castroforte del Baralla. Y para las gentes de Nava, que tiene colegiata, el loco que corretea y grita por la calle es un memento mori vivo. Les recuerda que si no la muerte física, que también, cualquiera puede enloquecer de forma súbita, rallarse, quebrarse, perder la olla, la chaveta y verse abocado a la mendicidad callejera, al publico alarido, a los visajes y calambres, a la llaga, al rascarse, al arrastrar la suerte por el suelo. Es verdad que alguna vez han tenido lugar escenas de impaciencia, se ha pronunciado la expresión descerrajar un tiro, se han tenido pecaminosos pensamientos orientados al exterminio y supresión física del loco de Nava, se ha propuesto obsequiar al demente con bocadillos envenenados, pisar, machacar al infeliz que aúlla ¡jorobándome la siesta! Pero también es verdad que no ha llegado la sangre al río, ni la estricnina a salpimentar las tostadas de aceite con jamón que algunas veces se zampa el loco, porque Nava sigue practicando la caridad, mal que pese a tantos. Y también es cierto que el loco no es furioso. Babea seguido pero poco, no suelta los clásicos espumarajos blancos de pastosa consistencia, no está rabioso y su demencia se agudiza, desbordándose en frenética carrera de chismes al aire, únicamente a intervalos razonables, que ayudan a tolerarla. Los habitantes de Nava de Goliardos (o Puebla de Goliardos, quien sabe) saben que estamos de prestado por este mundo, que cada día que pasa nos acerca al inexorable fin, que todo es vanidad y por eso mismo no debe uno dejar de recrearse, a cada momento, en la hermosura del Mundo, en sus perfecciones y en las de su Creador. Y el loco de Nava ayuda a recordar. Todos los habitantes del lugar saben en su natural barroquismo que son todos ellos, un poco, el loco de Nava. En las tardes de otoño, antes de que lleguen los fríos, el loco, cuando no le da por el frenesí de la carrera, pasea la calavera. Guarda como un tesoro la vieja calavera, encontrada en las obras que removieron el cementerio viejo para hacer el parque nuevo. La limpia, la pule, la encera y al atardecer la lleva a pasear a las afueras del pueblo, hasta el lugar que se conoce como La Era. La lleva posada sobre la palma extendida y sarmentosa de su mano izquierda, con la cabeza ladeada y el andar inseguro, la barba rasposa y negra, el mirar encendido y con la mano derecha cerrada, apretada, de la que sólo sobresale el índice agudo, la señala preciso a todo aquél que quiere verla mientras camina maltrecho hacia La Era.

jueves, 16 de octubre de 2014

EL TERCIO (una vez más).

De nuevo la agresión generalizada, los mensajes hirientes, la incomprensión y todo por unas fotos y un error de edición. Las fotos que colgamos ayer, el general Franco, Franco y Millán Astray y una tercera, muy conocida, de unos divisionarios, han sido la pedrada que ha provocado los comentarios, oye no os paséis, que os van a decir algo, que parecéis unos fachas, a estas alturas, etc. Sobre los comentarios no hablaremos. Es el ambiente que hay. Cursilería generalizada. Nadie capaz de hacer una pedorreta como la de la foto. Habrán comprendido los buenos seguidores de Cepogordo, que son legión (perdón por insistir en el asunto), que se trataba de unas ilustraciones para nuestra sección TIPOS FÍSICOS EXTINGUIDOS. Si, así son las cosas. Extinguidos. Nadie en el panorama actual es capaz de hacer una pedorreta decente, no hay en la vida pública más que tristes payasos entregados a una función siniestra. 

jueves, 9 de octubre de 2014

TOROS, con un punto de algo, que quiere que le diga.

“La corrida tuvo sabor añejo, de buena solera. Yo me acordé, José, de la tarde de los toros de Martínez.”

VIEJALES

Cuenta el Marqués de Valdeiglesias en sus memorias que el general Narváez no temía a la prosa pero si al verso. Si le atacaba la prensa no se inmutaba, pero si le hacían coplas, entonces reaccionaba y el autor salía por pies al exilio. De entre los grandes satíricos del XIX destaca Manuel del Palacio:

Política: arte ramplón
Que se aprende mal y pronto,
y en la española nación
Es constante ocupación
De algún sabio y muchos tontos.

A la hora que es, al sabio lo seguimos buscando.

Lo cierto es que esta forma de crítica ha pasado de moda completamente. Es natural, pero tiene gracia, alguna vez, asomarse a aquello.

Montado en la diligencia
me voy camino de Francia
¡Me cago en la Providencia
Del Juez de Primera Instancia
del Distrito de la Audiencia!

¿Oiga pero esto que es? ¿Pero usted en qué mundo vive?

Ya estamos…Pues si mire usted con estos trastos y estos viejales nos entretenemos y le hacemos la higa.

Lo que se pierden los niños y las señoras.

Que uno sepa ya no hay Rey de gallos. El Rey de gallos nos dice el diccionario que es el regocijo de carnestolendas en que un muchacho hacía de rey de otros. Y el mismo nombre se daba al muchacho que hacía de rey en este regocijo. Por otra parte nos dice también el diccionario que se conoce como Águedas, en el folclore castellano y leonés, a las mujeres que el día tres de febrero, festividad de San Blas, ataviadas con trajes regionales, toman simbólicamente el mando del lugar. Miren ustedes que cosas.

Es usted un carca oiga.

Y usted un memo y además un pelagatos, que no lo puede usted disimular, que se le van los ojos cuando pasa un minino. ¿Esos guantes que lleva, de que son?

domingo, 5 de octubre de 2014

FERIA DE OTOÑO. Viernes.


¿Tenemos una especial predilección por la feria de otoño? Pues sí, oiga. ¿Fue decepcionante la tarde de toros? Pues no, oiga, fue exactamente cómo habíamos previsto, y no es por darnos pisto, y no lo pasamos mal, no. Fue como una de esas corridas antiguas, en las que se anuncia la lidia de ocho toros. Pues ayer diez. Era de esperar con el hierro anunciado –Nuñez del Cuvillo- y lo sentimos realmente por el ganadero, porque no somos mala gente de esa que se alegra de que se la pegue el prójimo. Los toros de esta ganadería fueron hasta hace poco los toros preferidos de las figuras del toreo. Y de tanto ir a las figuras acabó por romperse el cántaro, dejando escapar no sólo la bravura y la casta, que por supuesto, sino hasta la fuerza. Las figuras del toro son hoy como un Cronos o un Saturno que devora a sus hijos… Exigen ese todo llamado artista, el del ir y venir, que viene a ser, al final, la Nada. Pensar que Miura, por citar sólo un ejemplo, era la ganadería preferida de Manolete, o de Pepe Luis Vázquez que los mató una y otra vez, y que Antonio Bienvenida se negó a torear una tarde en Madrid porque venía para un encierro de Miura y a última hora la empresa lo había cambiado por otra ganadería. Los toros que salieron el viernes eran grandes bueyes un algo tristes, de justas fuerzas y apuntando mansedumbre. Sólo el último nos pareció de mejor lámina. El sobrero de El Torero, como tenía fuerza y embestía nos pareció como un hércules revivido, una fiera asombrosa a la que Fandiño dio unos pocos derechazos, pocos, que fueron lo mejor de la tarde. Lo mejor si no tenemos en cuenta la belleza del otoño en Madrid. De la empresa que organiza este festejo, para una plaza llena, hablaremos otro día. Es de una gran irresponsabilidad.

Remate en el 9.

Eperemos que la imagen no sea una premonición de lo que nos prepara la empresa para mayo.

 Hay sed.

 Otoño en Madrid.



















jueves, 25 de septiembre de 2014

CAFÉ Y CIEGAS



EL MONTE



LA TAPIA DEL CEMENTERIO




CAFÉ Y CIEGAS

GORGONIO

Ya sabemos que la envidia es mucha. Por eso no ponemos aquí la fotografía de una patata de Tolocirio. Muchos no lo aguantarían. El otro día paramos en Tolocirio. Es un sitio dónde parar es extraordinario. No vamos a decirle porqué. Paré usted en Tolocirio si le pica la curiosidad. Metimos en el maletero un saco de patatas de veinticinco kilos, por un precio módico, que hasta fue un poco violento pagar tan poco, con lo acostumbrado que está uno a que le pongan banderillas de toda clase, a todas horas, menos de las negras. Muy bien.

Sobre uno de los sacos de patatas, un poco apartado en un rincón, podía leerse un pequeño cartel con la frase RESERVADO PARA GORGONIO. En estos tiempos en que el joputismo triunfa y se encuentra por doquier, la belleza de la frase, la poesía de esas tres palabras, la majestad del bodegón formado por ese sencillo saco de patatas con su cartel y su frase, tan soberbio nombre de pila (de pila sin duda) fueron un bálsamo para el ánimo, un momento de serenidad en la tribulación. El precio de la patata está por los suelos, me indican. Anda, como lo demás, contestamos, cargando con el saco. Ponga un papel que como son recogidas del campo sueltan mucha tierra. Desde hace unos días la carita de patata se nos ha acentuado. De sana patata. Las hemos tomado en tortilla, en ensalada, al horno, en puré, rellenas y el sábado si Dios quiere las haremos fritas. La patata de Tolocirio es extraordinaria para freír, mal que pese a los envidiosos y amargados, que son, como las patatas, legión.

domingo, 21 de septiembre de 2014

EL CRETINO

Se ha solicitado muchas veces al gran polígrafo, con ocasión de sus múltiples conferencias y con verdadera ansiedad, que revele una fórmula, un método para detectar al imbécil, al memo, al masa. Sin dudarlo el gran Bergamota ha contestado que el cretino nocivo es fácilmente identificable como aquél que proclama y reclama, sin cesar y machacón, su derecho a decidir. Este es el memo de categoría suprema. Pero a la zaga le va el de segunda categoría, que es quien ante tan cretina reivindicación, simplemente calla, porque su cabeza no da para mucho rebatir. Esta segunda categoría de memo o cretino suele ir mal vestida y es engreída. La primera es una condensación del paletismo y la burricie contemporáneos, de una rudeza y grosería intelectual difíciles de encontrar en la historia, es el cretino satisfecho, satisfecho mientras, además, paga la cuenta.

EN LA EXPOSICIÓN DE PINTURAS VICTORIANAS

Acudió ayer la tropa a ver una exposición. Todo finura. Los cuadros de la colección de un señor poderoso que los presta para que se cuelguen y puedan verse en distintas salas del mundo. Eso le honra y además parece que sus gustos son eclécticos y su colección variada. Eso será sin duda bueno para su salud. Verá luego el lector porqué.

En esta ocasión eran cuadros victorianos.

Hacía tiempo que no se adentraban en un museo moderno. Lo primero que llamó la atención de la partida fue el propio edificio. Las pinturas que se pueden ver en Nava (o Puebla) de Goliardos, están en casas particulares y en una sala de la colegiata, a la que se accede sin pagar entrada. La visitan pocos y silenciosos visitantes que contemplan las tablas y algún lienzo con calma, sin llevarse a la oreja ningún extraño aparato didáctico. A las pinturas de la colegiata se llega pasando por el claustro que es silencioso. A través de los arcos la vista se recrea sobre un pequeño jardín que vive ahí alegre y escondido. No se cobra la entrada como decíamos, pero se puede dar la voluntad, al entrar o salir, para contribuir al mantenimiento del edificio y de las pinturas, así en plural. Además, Doroteo suele financiar generosamente el mantenimiento del conjunto. La colegiata no queda lejos de su casa. De su kelly, como dice Tato.

-  Hemos tenido suerte, no hay cola, ni masas. Será por las fechas y el calor - dijo Doroteo.
-  O por la exposición. ¡Que ganas de traernos a ver esto, con lo que tenemos en Nava! - contestó Tato.

Terció Alcides:

-  Vamos a ver Tato, hay que darse de vez en cuando un garbeo de incógnito, para darse un poco cuenta del mundo en que vivimos.
-  Habrá poca gente pero hay que ver las pintas.
-  No empecemos y vamos primero a tomar un café.

Avanzaron un poco los tres, con el paso tranquilo y constante de quien está acostumbrado a la tertulia andariega.

-  Por lo menos al entrar en el recinto ya no hay que ir esquivando esputniks de esos…
-  La gente corre porque no se le ocurre otra cosa que hacer, tenga un poco de compasión…
-  ¡Compasión! ¡Pero si casi me arrolla el que iba dando trompicones con los cascos puestos! A las cinco de la tarde con cuarenta grados no son horas para hacer el indio Alcides.
-  Fíjate un poco Tato. Los museos de pintura son ya parte casi completa de la industria del entretenimiento, sólo se diferencian de un parque de atracciones por lo que exponen - contestó Alcides.
-  Mientras sigan exponiendo... Llegará un momento en que se sustituyan los lienzos por proyecciones digitales – Doroteo era muy amigo de estas predicciones siniestras- y para ver una pintura habrá que hacerlo a escondidas, bajando a una catacumba.
-  Todavía vendrá alguno por aquí a exhibirse posando delante de un cuadro en actitud reflexiva, pensando que es un bohemio. Por favor, vamos a tomar una caña.
-  Tranquilos –dijo Alcides reconduciendo los ánimos – hay que fijarse, hay que observar. Ya veréis como además de la cafetería, restaurante con terraza, seguro que hay un sinfín de actividades que poco tienen que ver con el lienzo. Si cogemos un programa habrá eventos para jóvenes, para viejos, se podrá cenar en la azotea, apuntar a los niños a un taller. Y por supuesto la tienda…

Se acercaron a un moderno edificio de avanzado diseño, bastante bonito. La puerta de acceso, de cristal, estaba recubierta de parches, y en cada uno de ellos el nombre de un pintor: Tiépolo, Mantegna, Goya y demás. La terraza estaba casi al completa ocupa por nómadas.

-  ¡Por favor! No son nómadas, son nuestros turistas, mejor dicho, los que nos vienen de fuera. España, como en los tiempos del desarrollismo vive de esto. De que esta gente fláccida, sudorosa y muy mal vestida, verdaderos escaparates del nylon, arrastre sus pies descalzos y se deje los cuartos en España.
-  Alcides siempre tan didáctico… - se percibía la solemne ironía de Doroteo cuyo traje de tres piezas blanco con pajarita azul marino causaba verdadero estupor entre los nómadas de alrededor del museo-. Pero si no te importa nos sentamos al fondo o en la barra, lejos de la parejita de tortolitos barbudos que me dan un repelús que no me aguanto.

Ante un gesto de sus amigos, Tato guardo la faria en la purera.

- No os pongáis así que también tengo habano…
- Si no es por eso hombre, que no se puede. Vamos a tomar el café en paz.

Al rato entraban en el museo. Acostumbrados a la fresca y aireada casona de Doroteo – ¡Palacio, palacio! hubiera dicho Café de la Gare Jéremie Jacmel, el mayordomo antillano de la condesa de la Croqueta, que había servido en Francia en los más refinados ambientes- les extrañó el espesor de la atmósfera, lo recargado del ambiente.

-   Esto será muy fino, para le hace falta un ventilar de unas horas… comentó Tato haciendo una mueca.
-   Es que hay poca gente pero la que hay se basta por si sola para caldear… Tanto plástico con este calor es lo que tiene.

Al terminar la frase Doroteo sacó de un bolsillo un pañuelo de algodón blanco perfumado con un agua de colonia ligera y se lo llevó discretamente a las narices. La señorita de las entradas se les quedó mirando con cara de suficiencia y es que no le faltaba un detalle de desaliño contemporáneo: cierta esbeltez, la belleza justa que presta la juventud mientras dura, melena recogida en caballuno moño sujeto con lo que parecía un palo atravesado, miserable camiseta de cara marca y por supuesto el correaje al aire, tira roja sobre hombro de color indefinido.

-  Dejadme que yo compre las entradas – dijo Tato – pero ¿cómo me dirijo a ella? ¿La llamo señorita o directamente tronca? Doroteo empezó a soltar la risita
-  Si le dices “tres entradas tronca por favor” yo esta noche invito a la cena…

Ante la probable trifulca, Alcides aconsejo que simplemente no se dirigiera, que pidiera las entradas de forma neutra, urbana, ciudadana, atómica. Cuando ya las tenía en la mano Tato no pudo impedir el comentario: ¿La exposición sobre Manolete en que sala está? Desde las brumas de su suficiencia desaliñada la tronca no dada crédito y se le empezaban a salir los ojuelos cerdos de las órbitas cuando Alcides y Doroteo arrastraron rápidamente a Tato hacia la exposición Alma-Tadema y la pintura victoriana en la Colección Pérez Simón.

Tato estaba ya un poco lanzado y preguntó si la tal Alma sería, por lo menos, una tía buena. Se quedó de piedra al verle las barbas al académico pintor victoriano Lawrence Alma-Tadema.

Ante el primer cuadro se hizo un repentino y profundo silencio. Los tres se sorprendieron unos a otros mirando de reojo rápidamente hacia el siguiente, como queriendo deshacer la primera impresión de espanto recibida. Pero se equivocaban, probablemente lo menos feroz eran las primeras pinturas. Más tarde recordarían esta exposición como una visita al museo de los horrores. Se sucedían los comentarios:

-  Yo no entiendo cómo se puede pintar tan mal, con tanta sequedad y tanto artificio.
-  Que este tío de la barba y el resto puedan llegar a ser tan cursis le deja a uno perplejo.
- ¿Pero esta gente no era la que hacía el famoso viaje por Italia? ¿El gran tour? ¿Es que no vieron nada?

Desfilaron ante aquello con los pelos de punta. Un sinfín de escenas históricas, de la antigüedad clásica, medievales, todas ellas imposibles, impostadas, de un artificio asombroso, tan ajenas a quien las pintó que eso era lo primero que se reflejaba en cada una de ellas. Un inmenso vacío, una colección de cromos llenos de pretensiones, un inmenso vacío. Era difícil de creer. Había en la colegiata de Nava de Goliardos un pequeño Berruguete, el retrato de un Rey Mago, y un San Francisco de la escuela de Zurbarán. Dos obras menores, pero los tres las recordaron con emoción para reconfortarse algo.

-   Pues qué queréis que os diga, un horror, pero fascinante. Intentad imaginar la mentalidad de quien pintó y admiró esto. No me extraña que fueran aficionados a azotarse las nalgas con flexibles vergajos. Todo parece un espantoso decorado, una inmensa fachada en la que todo es impostado, no es auténtica ni la primera pincelada. Es para echarse a temblar.

Doroteo que era aficionado a la música, que asistía a algún concierto en la Sala Concertino de Nava, que el mismo patrocinaba generosamente, quiso templar un poco.

-   Hombre, pero Edward Elgar el músico, que es de la época más o menos, yo creo que su música de cámara, las variaciones Enigma, hasta sus marchas…

Alcides insistía.

-   Claro, claro, eso es otra cosa, pero tenga en cuenta que Elgar era algo así como un outcast, utilizando palabra inglesa, es decir, un hombre venido de fuera, outsider, muy tardíamente aceptado por la sociedad de su tiempo, la de su mujer por ejemplo. Él era de origen modesto y formado musicalmente fuera de las academias, era un autodidacta, cosa terrible entonces, y lo que es aún peor, formado bajo la influencia de la música del continente. Así que Elgar no atenúa en absoluto el horror que acabamos de ver, al contrario.

Cambió el tercio Tato ya definitivamente, - ¡Hay que ver con el políglota de las narices!

Al salir a respirar aire fresco tuvieron que pasar por la tienda. Tato se quedó mirando unos platos, realizados a partir de famosos retratos de famosas obras. Las caras habían abandonado la quietud del lienzo y habían sido reproducidas sobre la loza, o lo que fuera el material. Dijo Tato que él se quería comprar uno, el del caballero rubio, probablemente un retrato de Ingres.

-   ¡Cuando me fría dos huevos, le pongo uno sobre cada ojo!