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martes, 31 de enero de 2017

Esqueje, dijo ejjquema.


Boceto para relatillo al estilo ruso del siglo XIX: Arcadio Melón viaja a otra ciudad para un proceso judicial y por primera vez vestir la toga. Rico palacio de justicia aunque la ciudad es de madera, restaurante en la planta baja (para que agradecidos los jueces no encarcelen). Por su falta de pericia y sus ganas de hacer bien las cosas, queriendo llegar puntual se cuela por las puertas del palacio de justicia aprovechando la ausencia del portero que nunca está en su puesto. Antes de que abran, las broncas; subida y bajada a por las togas, puertas cerradas, el juez no llegará a la hora prevista (comentarios insidiosos sobre sus juergas); encuentro con el abogado de la parte contraria, vertido de insidias; ante el secretario: la toga no hará falta, Arcadio Polidoro intenta guardarla en el bolsillo del pantalón, se azora. La toga es inmensa y el bolsillo pequeño, la toga está sudada, la escena es absurda, del bolsillo del pantalón de Arcadio Polidoro asoma la toga como una negra nube, como una siniestra bata. El abogado contrario se ríe, con risita conejil. Al secretario del juzgado se le hinchan las venas y quiere poner de patitas en la calle a Polidoro. Pero Polidoro ha perdido el conocimiento, víctima de la timidez, de la congoja, del azoramiento, del pánico, su organismo ha cedido. Yace desmayado en medio de la sala de audiencias. ¡Es un escándalo! dice el abogado contrario ¡Es un borrachín descarado!