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lunes, 27 de abril de 2020

Córvidos. Breve, por los famosos ornitólogos Javier Arrendajo y Norberto Picogordo.


Los cuervos pertenecen a la familia de los córvidos. Los pájaros que pertenecen a esta familia se caracterizan generalmente por ser sociables y vivir en bandadas. Así son por ejemplo la urraca, la chova, la piquirroja y la grajilla, con fama de ladrones de comida y objetos brillantes. Pero como en todo en la vida hay excepciones. Así, la corneja negra, solitaria y negra, su prima la corneja cenicienta (corvus cornix) es algo gris, claro. En cambio, la graja tiene un negro de tono rojizo, pico largo y puntiagudo de base blanca y es muy gregaria (le gustan las pandillas como a los quinquis) por lo que vive en grandes bandadas. Como puede verse, esto de los pájaros es lioso, lo que lo hace muy entretenido. Todos los córvidos crían en pareja (cada oveja con su pareja). El macho acarrea el material de construcción y la hembra que es muy hacendosa prepara el nido. El cuervo común que es el más grande de todos los cuervos, pues mide unos sesenta centímetros, permanece junto a su pareja para criar durante todo el año, y se piensa que a veces para siempre. Tienen sin duda gran paciencia. El cuervo es oportunista, inteligente –como pájaro-, versátil, y capaz de aprender.



sábado, 18 de mayo de 2013

PAJARERÍA II

Los pájaros.


Los pájaros son el orden más moderno de las aves. Las aves cantoras son un subgrupo de los pájaros, perteneciendo todos los pájaros europeos al suborden de las aves cantoras. El ave cantora mayor, oriunda de Europa es el cuervo. No pueden cantar pero en cautividad aprenden a decir palabras (como algunos maridos). El cuervo es el más grande de los córvidos. Viven unidos en parejas de por vida en un mismo territorio muy amplio que nunca abandonan. Podemos decir que el cuervo puedo incluso llegar a representar cierto ideal de vida sedentaria, cultivando laboriosa y sabiamente el huerto. Esto sorprenderá a quien no esté familiarizado con este pájaro, ni con sus ancestrales y sabias costumbres, como la de las largas tertulias al atardecer, todos en fila sobre la gruesa rama de un árbol viejo. Tal vez quien más ha sabido de cuervos en España haya sido Alvaro Cunqueiro. Su obra está sembrado de historias en los que está presente el negro pájaro y el mismo escribió que “Estas historias de cuervos que hablan, o de gente que reaparece, viniendo de los cercados del otro mundo, en forma de cuervo, debí haberlas reunido en un amplio capítulo, pero van sembradas por este libro de retratos, aquí y allá”.

Los cuervos pueden llegar a centenarios, son capaces de aprender y van acumulando experiencias (al contrario que muchas personas). Su único enemigo, dejando a un lado las supersticiones del hombre, es el búho real. Horace Smith, Daniel Wesson, Samuel Colt, Abel “Shangai” Pierce y John Chisum tenían todos algo del cuervo. De la misma forma que Secundino Prieto, Neira de Pardomonte, Felipe de Lomba, Louro de Salceda y Licho de Vilamor.


Otros animales.
El tejón es nocturno, su hocico es especialmente adecuado para olfatear y hozar, móvil y musculoso. Utiliza a menudo la misma madriguera durante generaciones. Son auténticos laberintos subterráneos que pueden compartir con zorros, martas y garduñas. En invierno, como algunos amigos, reduce su actividad y duerme mucho. El tejón, el fiero, valiente e indolente tejón es nuestro animal favorito. Caprichoso y desconfiado camina por el bosque con aire lento y desganado. Pero puede de repente convertirse en uno de los más fieros luchadores que ha dado la naturaleza, no especialmente parca en materia de fieras. Perdiendo por completo el sentido de las proporciones, cegado por la voluntad de defender a toda costa su madriguera, el tejón enfurecido es capaz de enfrentarse incluso al oso grizzly, cuya fuerza y agresividad hacen de él uno de los mamíferos más temibles. Fue testigo de la pelea el trampero Sam Minard: “De repente el hombre del caballo sintió una sacudida de asombro. Lo que la bestia estaba invadiendo no era la madriguera de un perrillo, sino la guarida de un tejón, y el hombre no conocía a un luchador más letal. Creyó saber lo que había ocurrido; el tejón al que le brillaban los negros ojos de ira e indignación se había retirado al fondo de su madriguera subterránea y allí, gruñendo en la oscuridad había esperado. Al fin, hirviéndole la sangre de furia, se había abalanzado por el túnel y con unos dientes tan puntiagudos como agujas había mordido el hocico del oso.[1]

Ya hemos dicho que el tejón es amante de las comodidades domésticas y, pese a su carácter individualista y solitario gusta de vivir en viviendas comunitarias compartidas con otros tejones y mantenerlas durante generaciones. Es capaz por tanto de compartir la propiedad y de mantener proindivisos durante generaciones y generaciones, lo cual es asombroso y muy elogiable sin duda. Debe por tanto ser animal dotado a la vez de genio y paciencia.



[1] Vardis Fisher, El trampero. Editorial Valdemar. Colección Frontera. 2012.