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miércoles, 13 de septiembre de 2017

CATALUÑA: GOLPE DE ESTADO POSTMODERNO

Han de creerme los amables cepogordistas cuando les digo que he estado mucho tiempo tratando de evitar escribir sobre un asunto sobre el que ya se ha dicho casi todo.

Sinceramente no creo que esto vaya más allá de un desahogo, pero ante la riada de tinta, bites y ruido que hemos tenido que soportar en las últimas semanas no hay forma de evitar ponerse frente a la pantalla y dejar algunos comentarios por escrito.

En primer lugar el golpe de estado en Cataluña (llamemos a las cosas por su nombre) no es un "choque institucional" ni un "conflicto político" ni ninguna de esas cosas que periodistas, tertulianos y políticos del pesebre emplean como eufemismos de lo que no es sino un levantamiento de dentro hacia fuera.

Los cargos electos de la comunidad catalana son representantes en su territorio del Estado y están sometidos a la Constitución por encima de su estatuto y demás legislación que les sea aplicable.

El artículo 67.1 del Estatuto establece que el presidente de la Generalidad ostenta la representación ordinaria del Estado en Cataluña. 

En este contexto legal claro y nítido, cualquier acción del presidente y su gobierno en contra de la Constitución y del Estado al que representa deben considerarse particularmente graves e injustificables desde un punto de vista legal y ético.

No hay "choque insitucional" ninguno, lo que hay es un representante del Estado se levanta en contra de ese Estado y del rey que lo ha nombrado presidente y se infla como un pavo amenazando con la proclamación de la república catalana.

Si España no estuviera hecha unos zorros la bravuconada de Puigdemont y su grupo de iluminados se hubiera atajado el primer día mediante oportuna detención, procesamiento y condena de los caudillos por uno o varios delitos en los que ,supuestamente, están incurriendo tales como rebelión o malversación por citar dos de los más jugosos.

El disparate al que asistimos ha llegado al siniestro punto en el que estamos no sólo por la nefasta gestión política de UCD, CDS, PSOE y PP sino por la profundísima corrupción política y moral de los líderes políticos de Cataluña y de una buena parte del entramado social sobre el que se asientan y al que han beneficiado a manos llenas.

Enfangados en una sima de robo y corrupción generalizada la "patada hacia delante" ha sido una forma torpe, siniestra y grave de chantajear al gobierno e intentar una huida a un nuevo sistema que les permita huir del peso de la Justicia y mantener su esquema de latrocinio institucional.

La parte de los separatistas profesionales de las diferentes tribus (ERC, CUP etc..) es otra, ya que en este caso no están haciendo sino lo que les toca. Son agitadores profesionales, viven del presupuesto del Estado al que denigran con el único objetivo de mantener sus poltronas y prebendas a costa de lo que sea.

Las víctimas de este golpe de estado son los españoles que han nacido y viven en Cataluña así como los de las demás regiones que con su esfuerzo durante siglos y siglos han levantado la tierra, hacienda y cultura que un grupo de sinvergüenzas intenta mantener bajo su exclusivo control.

En cuanto al número no pequeño de comparsas en las que se apoya el separatismo (asistentes a la Diada separatista, miembros de asociaciones, palmeros y plañideras...) aquí nos enfrentamos a tres grupos diferenciados; los estómagos agradecidos del pesebre separatista, los tontos útiles y los odiadores profesionales cuya única razón de ser es destruir España y lo que representa.

Las gentes bienpensantes se manifiestan preocupadas por ese grupo de "soñadores" que solo buscan libertad y deseo de autodeterminación. A mi las histerias y los delirios del personal no me producen ni frío ni calor. 

A estas alturas el que se niegue a conocer la Historia y se una a movimientos estrictamente basados en la mentira y en la manipulación más burda no pueden pretender estar protegidos por un teórico "derecho a ser gilipollas". 

Los fundamentos "teóricos" de este movimiento están basados en la mentira y la manipulación. No hay verdad detrás de una falsa aspiración.

En el caso de los tontos útiles que llenan calles y cuelgan banderas; Si eres tonto del culo lo mejor es asumirlo, dejarte de manifestaciones y salir a la calle a jugar a la pirindola sin molestar a los demás. Si no eres tonto del culo y participas en esa bazofia entonces el asunto es más grave.

El problema es que no hay tantos tontos útiles, lo que hay es mucho inmaduro emocional y mucho jeta al que le da igual romper el jarrón porque sabe que a el no le van a pasar la factura.

Ese es el delito de la posmodernidad en la que nos ha instalado el sistema político actual; se puede poner en riesgo cualquier cosa con tal de dar la nota y ejercer el "derecho" a disentir, a decidir, a negarse, a colocarse al margen, a hacer al fin y al cabo lo que les salga de la higa porque es el triunfo absoluto de la inmadurez y la irresponsabilidad. Todo vale, nada cuesta, nada significa nada si a mi no me afecta.

Tan inmadura y pedorra es esta afrenta que se ha planteado de dentro a fuera, empleando la estructura y los medios del Estado, la debilidad de un sistema débil y enfermizo para cagarse en todo sin aparentes consecuencias. Por eso están crecidos, apuestan poco, son cobardes y se esconden tras las familias, los niños pintarrajeados, las plañideras, las turistas con camiseta del Barça y bandera revolucionaria.

Asistimos a un triste golpe de cuño postmoderno, no es otra cosa, no  busquemos razones filosóficas, políticas ni históricas más allá de la profunda decadencia del hombre occidental. En Cataluña el separatismo está sirviendo de válvula de escape para un grupo humano débil manejado por gente sin escrúpulos. En otros sitios es el animalismo o la cristianofobia, al final es la decadencia del hombre convertido en una cosita blanda y llorona que no quiere ser responsable de nada y quiere disfrutar de paz y seguridad sin esfuerzo y con vacaciones pagadas.

miércoles, 21 de junio de 2017

EL MULTICULTURALISMO COMO RELIGIÓN POLÍTICA

Publicado en Abril de 2016 por la editorial Les éditions du cerf, el ensayo del sociólogo Mathieu Bock-Côté es una obra de lectura obligada para cualquiera interesado en comprender el mundo en el que vivimos.

El multiculturalismo se ha convertido en uno de los elementos centrales de la modernidad y su implantación mundial tiene consecuencias muy importantes en la mentalidad del ciudadano mundial, ya que al asumirse el principio se hace propia la maniobra de de-construcción de las tradiciones y la asunción de la doctrina identitaria que ha invadido todos los aspectos de la vida humana en el siglo XXI.

Su análisis de las consecuencias de mayo del 68 y la evolución de la izquierda intelectual y militante hacia una crítica radical de Occidente, los conceptos nacionales, la tradición cultural e intelectual de Europa, se desarrollan en capítulos bien compuestos a través de los que se transita desde el origen intelectual y doctrinal hasta los efectos devastadores que hoy día vivimos.

Por la claridad de su análisis y la calidad de las fuentes, la obra de Bock-Côte supone un singular ejercicio de correcta exposición sin trazas de buenismo ni recursos de amarillismo tan en boga en los ambientes intelectuales contemporáneos.

Este ensayo puede leerse como complemento a la ya clásica obra de Roger Scruton "Fools, Frauds and Firebrands" dónde el filósofo inglés realiza un apasionante y acertado repaso de la obra y "milagros" de los pensadores de la nueva izquierda cuyas ideas están detrás de las más importantes corrientes que han ido dando forma a un modelo de sociedad moderna que se aparta de la humanidad fundada en los valores cristianos y el pensamiento clásico y se alinea con las fuerzas que persiguen el triunfo del neo-hombre sin raíces, sin estructura, a merced de proyectos que eliminan su condición libre y lo convierten en un mero elemento de una masa maleable y gris. 


Le multiculturalisme comme religion politiqueResultado de imagen de fools frauds and firebrands


miércoles, 1 de febrero de 2017

ANIMALISMO Y LIBERTAD

Vaya por delante que el que ésto escribe no es persona aficionada al circo y menos aún a los números con animales amaestrados. 

Desde mis primeras visitas infantiles al circo recuerdo el aburrimiento que me producían los perros danzantes y las cebras saltarinas. Los elefantes y leones no me producían excesiva impresión, no por ser infante de especial valor sino por las lecturas de las Sagradas Escrituras,  los almanaques de mitología griega, las Mil y Una Noches, Salgari y Verne, alimentos para la imaginación que le iban curtiendo a uno en la aceptación de los fenómenos de la naturaleza y el santo pavor al león de Sansón, a la Medusa y al tigre de Bengala que han ido moldeando el carácter del personal occidental desde hace unos miles de años.

Nos despierta hoy otra noticia que incide en el permanente liberticidio del que es víctima el contribuyente hispano.

Los políticos que dirigen los destinos de la Comunidad de Madrid se plantean prohibir el circo con animales, es decir el circo como se conoce desde hace milenta de años como dirían en La Mancha.

Las razones (aparentes) que se aducen están relacionadas con el maltrato animal. Pues muy bien, se trata de un argumento "cojonudo" cuya lógica serviría para cerrar bares y prohibir infinidad de actividades sometidas a licencia o reglamento (miles). 

La razón fundamental que creo se esconde tras este nuevo ataque a la libertad del personal consiste pura y simplemente en persistir en el ejercicio indiscriminado del pastoreo social y la cura de almas.

Las lumbreras que promueven esta medida, de manera consciente o inconsciente sostienen que el animal es igual al hombre. La bestia tiene los mismos derechos (no deberes, ya que el pato o el perro no pagan impuestos ni se dan de alta en el padrón) que el ciudadano Martínez y por tanto deben ser protegidos de cualquier clase de maltrato, incluyendo su confinamiento en jaulas estrechas o su reclusión en cercados sin el debido nivel de confort. 

Al amparo de esa doctrina antihumana cuyos máximos voceros son las asociaciones animalistas de ideología ultraizquierdista, se nos dice que el circo con animales es malo porque los circenses tratan al bicho fatal y lo someten a maltrato y vejaciones.

Vayamos por partes. Los espectáculos circenses con y sin animales están sometidos a la legislación vigente. Aquellos que ejerzan la actividad conforme a Derecho tratarán a los animales correctamente dentro de lo que se entiende correcto para un animal=bestia inanimada y obviamente no hombre (un animal no es una persona).

Aquellos que maltraten al animal actuarán fuera de la Ley y por tanto serán susceptibles de reprensión en la forma prescrita.

Superado el estrato puramente legal, está la cuestión de la LIBERTAD. El circo es un entretenimiento que gusta al personal desde hace miles de años. Los espectáculos con animales son tan viejos como la humanidad y si su vigencia perdura es por la aceptación que tienen entre un sector no pequeño de la población.

Manifestar que el adecuado trato al animal es algo deseable resulta innecesario en una sociedad evolucionada como la española.

Los animales de circo no son salvajes y se crían en cautividad con el propósito de ser amaestrados para la exhibición de sus habilidades. Ésto puede gustar o no pero no es razón suficiente para prohibir el espectáculo. Siguiendo esa lógica sería legítimo prohibir la exhibición de carnes flaccidas, canillas peludas, tatuajes por todo el cuerpo u otras cosas que a cierta parte de la población ni nos gustan ni nos parecen edificantes.

El problema de fondo es el desmedido deseo de atentar contra la libertad del individuo y la voluntad de imponer un modelo de vida.

El animalismo es uno de los movimientos más siniestros que ha alumbrado la post-modernidad ilustrada por la nueva izquierda. Sus postulados son erróneos de principio a fin y atentan contra la visión del humanismo cristiano que ha permitido el desarrollo de la civilización. 

El ansia de los poderes públicos en manos de la izquierda radical para moldear la vida de los administrados es sólo comparable a la pasividad de la falsa derecha de la careta y el inmovilismo. No se alzan voces que reclamen cordura ante un atropello mas que va minando el libre albedrío del contribuyente. 

Ni tabaco, ni toros, ni opinión independiente, ni praxis religiosa pública, ni tradición, ni folclore ni nada de nada que no sea la mediocridad vital, el sometimiento absoluto a doctrinas pestilentes que deshumanizan al hombre hasta convertirlo en un pelele silencioso, hiperconectado a una red de producción y consumo, un mundo de zombies callados que sirven al gran libertador.

Me dicen que los empresarios del circo suelen ganar sus pleitos en los tribunales, espero que siga siendo así y que los que disfrutan de sus espectáculos puedan seguir acudiendo en Madrid a ver a los perros sabios, las cabras videntes, las cebras saltarinas y el elefante que toca el trombón. A ver si adiestran a un mono para que aprenda a soltar tacos contra los liberticidas y se "cague" en el sistema...será una pruba más de que el hombre amaestra a la bestia.