Mostrando entradas con la etiqueta verano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta verano. Mostrar todas las entradas

jueves, 1 de septiembre de 2022

Nota de los diarios de Alcides Bergamota Elgrande. Época de hierro. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Mientras cojo un vaso de agua en el pasillo oficinesco oigo lo que dice una chica relativamente joven, empleada de por aquí, que habla por el móvil sin recatarse. Utiliza dos nombres femeninos, algo así como Marina y Luz. A las dos asocia la bonita expresión “dar por el culo…”. Parece que podría tratarse de dos niñas a las que hay que dejar con alguien en estos días veraniegos tan odiosamente complicados. Dice la tipeja: - Si te dejo con Marina, pfff, da mucho por c… En cambio, Luz no es porculera. Utiliza la expresión con toda naturalidad, sin bajar la voz, como algo absolutamente habitual. Debe de ser prima carnal de la tiorra que en el tren exhibía muslazos que restregaba contra la tapicería del asiento. Además, iba descalza, con una pierna recogida, cruzada bajo el muslo de la otra, lo que le permitía irse tocando el pie todo el rato, con mirada ensimismada. ¡Menuda familia! Estamos en un punto en que la gente no es más sucia ni más chusma porque no le dejan, pero supongo que bastaría un pequeño impulso de nada para dar el siguiente paso que prefiero no imaginar. 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Apuntes en la bahía, un verano.

El mejor banco del paseo lo tienen unos viellos, a la sombra, pero con las vistas. O, dicho de otra manera, las mejores vistas y además a la sombra. Son muy cucos y les admiramos. Unos novios se dan el pico, llevan un perro de la correa. Por favor, ese lenguaje. Familia de tres generaciones, hablan nuera y suegra, no hay duda, se nota. El abuelo en cochecito, como el nieto. Un pescador, gente que para a mirar la vista sobre la bahía, recreándose. Dos amigos y dos que todavía no son novios, pero casi. Tres niñas redondas. Macarras haciéndose un selfi. Abuela en silla de ruedas, le da el aire. Sol, brisa. Matrimonio primitivo, los dos con el móvil y el con una panza de aquí a Roma.

La gorda poética que contemplaba la tarde luminosa se ha marchado y la pipa se acaba. Los barcos entran en la bahía a motor. El pescador a lo suyo, cruza el cielo una gaviota. Una chica posa, cruzada la pierna. Madre con niños se sientan en el banco de al lado. Madre con niños se sienta en el parapeto. Una paloma zurea y el que esto escriba, con la pipa, posa también.



martes, 20 de agosto de 2013

Refutaciones y confusiones.


Refutación y confusión de voces. Alcides Bergamota se niega, se opone, rechaza, da marcha atrás y reniega de cualquier actividad pública, de cualquier aspaviento veraniego, de cualquier culo al aire. Bergamota disiente rechaza y se niega de nuevo. Ni aparece, ni concede entrevistas ni permite que a él se aluda. En su exilio provinciano está. Y ahí ha pasado el verano y el estío y luego pasará el otoño. Sólo una escapada, completamente anónima, escondida y subversiva, para asistir entre bastidores al concierto de Miguel Poveda en el festival de cante de las minas, en la Unión, Murcia. Le sacaron Tato y Doroteo escondido en el maletero del coche y de la misma forma volvió a refugiarse tras los altos tapiales de su refugio rural, provinciano, olvidado, polvoriento, desconocido, la finca el Ácaro, la quinta la Calavera, Villanabo. Por lo tanto nada de villas, nada de playas, nada de finezas ni cotteries, ni cesiones ni concesiones. Nada es verdad en los rumores que propaga gente interfecta, gente baja, gente esparragosa que no sabe atarse las agujetas del zapato plasticoso. Detestamos los zapatos plasticosos. Los veranos se han pasado siempre en Papalaguinda, en Arroyopuercas, en Celada del Camino, en Matamoros o en Jodeviejas, sitios fetenes que no necesitan alabanzas ni explicaciones. Así es la vida, así semos todos, así de burros, y de … Ya sabe usted querido amigo, con la edad, uno va viendo las cosas con más perspectiva, con el tiempo y la experiencia llega la sabiduría, con cuenta gotas, eso sí, y a uno cada día le gustan más la oración silenciosa, las Iglesias vivas, el exabrupto, los cigarros habanos y nuestro brandy y su armagnac, oiga que está de llorar, un lagrimita más, sólo una, excelente cigarro, maravillosas volutas, mire como vuelan en redondo, y la compañía de usted, oiga, no se paga con dinero.
Es usted un frívolo oiga.
No se lo permito y yo refuto además ese tonillo rústico que le da usted a su verano, puesto que detrás de esos nombres de parodia, usted esconde y disfruta de la paz, del silencio, del paseo meditativo, del recogimiento en un hortus conclusus cuya belleza no cabe en estas letras, viejo hipocritón, sírvase una copilla, y caliente un poco el divino licor sujetando la copa en su manilla sarmentosa. Fumemos, fumemos, viejo sapo.
Tirititan, tan, tan. Tirititan, tan tan.